por: Santiago Mariño, 04-11-2020
Comparto con Uds. algunas de mis verificaciones personales, y digo “verificaciones” y no “descubrimientos” porque estos no son míos. Mi logro se limita a verificar su veracidad para mi vida. La mayoría de ellos son descubrimientos milenarios que han sido mantenidos vivos, algunas veces ocultos y otras veces explícitos dependiendo del momento histórico del planeta, por una gran cantidad de filósofos, estudiantes y entusiastas del desarrollo del ser humano.
En especial, quiero referirme a algo que personalmente llamo el “Proceso”. Este no es más que el proceso de evolución de la expansión de consciencia del ser humano, aquello que nos ha llevado desde un estado mineral hasta lo que somos hoy en día, seres dotados de sentidos no solo físicos sino también mentales/emocionales, y que hemos avanzado hasta el punto de desarrollar una consciencia de individuos. Y ahí vamos.
El Proceso no es opcional y todos participamos de este, seamos conscientes de ello o no. El Proceso es la ley de evolución, y como sucede con toda ley, la ignorancia de la misma no exime al ignorante de su aplicación. El Proceso sucede a todo momento y abarca toda realidad. Todas nuestras decisiones, acciones u omisiones, y sus efectos, se ajustan al propósito del Proceso.
Viene entonces la pregunta, ¿qué es la expansión de la consciencia? Suena muy esotérico, y a decir verdad, sí es cierto que hasta hace unos años era un tema del que se hablaba solo en esos círculos. Sin embargo, con los recientes acontecimientos de nuestro planeta el tema ha surgido de una forma algo más pública, pues la gente busca alguna explicación que satisfaga su necesidad de entender por qué sucede lo que sucede, y de cuál es su participación en todo este escenario.
La expansión de la consciencia es el proceso a través del cual nos vamos dando cuenta de que somos más, es decir, el proceso a través del cual paulatinamente vamos ampliando nuestro autoconcepto. Para explicarlo mejor, pondré un ejemplo de todos conocido. Quienes tenemos perro en la casa habremos visto en algunas ocasiones que nuestra mascota se persigue su propia cola o se gruñe a sí misma frente a un espejo. Por lo general nos reímos de esto, pero también nos está mostrando en vivo y en directo lo que es un nivel menor de expansión de consciencia.
Nuestro perro se gruñe a sí mismo o no reconoce su propia cola porque no tiene consciencia de individuo, cosa que nosotros sí hemos desarrollado. El perro ha desarrollado el sistema límbico, puede sentir emociones, pero no tiene un neocórtex, por lo tanto, no puede darles nombre ni racionalizarlas. El neocórtex nos permite a los humanos darnos cuenta de que “somos”. Se dice entonces que nosotros tenemos una consciencia más expandida que la que tiene nuestra mascota, en otras palabras, nos hemos dado más cuenta de lo que somos que lo que se ha dado cuenta nuestro perro que es.
Quienes han visto la película de Stanley Kubrick “2001 Odisea del Espacio” seguramente se acordarán de la escena inicial, muy acertadamente llamada “El Amanecer del Hombre”, en la que un australopiteco se da cuenta de que puede utilizar un hueso como arma, tras haber hecho por primera vez un raciocinio lógico. Esa es la interpretación de Kubrick de la historia del “eslabón perdido”, aquel momento en nuestra evolución en el cual dimos el salto evolutivo de animales a humanos mediante el desarrollo de la razón. Hay un muy buen artículo llamado “Kubrick Alquímico”, de Jay Weidner, que explora esta visión a lo largo de toda la película, para quien esté interesado.
Esta escena del australopiteco es un claro ejemplo de cómo opera la expansión de la consciencia.
El proceso de expansión de consciencia se promueve a través del mecanismo del contraste. Por ejemplo, en el caso del australopiteco el raciocinio lógico de usar un hueso como arma fue resultado de una necesidad de supervivencia ante la amenaza de otro clan. El miedo ante la amenaza a la vida forzó el proceso que generó el raciocinio. Ese fue el contraste emocional necesario para detonar el proceso de expansión de consciencia.
Hay dos tipos de contraste, el de choque y el armónico. Se les llama contraste porque son eventos o experiencias que nos permiten ver algo que de otra forma no notaríamos que está ahí. El contraste de choque produce sufrimiento, el contraste armónico produce inspiración. El miedo es el mejor ejemplo de contraste de choque, aunque en general cualquier emoción que no nos guste también lo es.
Además de su función como herramienta de supervivencia, el objetivo del miedo y de ese tipo de emociones también es evidenciar para nosotros que algo debe hacerse diferente, ya sea la forma en que interpretamos una evento, o alguna acción que hayamos ejecutado.
El contraste armónico, por otro lado, nos evidencia la necesidad de hacer cambios, pero esa necesidad la percibimos como un evento positivo.
Vivir la vida dentro de una experiencia de contraste de choque o de contraste armónico dependerá en gran medida de la perspectiva desde donde juzguemos los acontecimientos.
Cuando interiorizamos que vivimos bajo un proceso evolutivo, que este no es opcional y que su objetivo es expandir nuestra consciencia, comenzamos a fluir con este en lugar de luchar contra este. Fluir con el Proceso implica reinterpretar los acontecimientos de la vida desde una visión de lección de aprendizaje y no desde el miedo o el castigo.
Fluir nos hace correspondientes con el contraste armónico. Por ejemplo, cuando reconocemos en otra persona una cualidad que esa persona tiene y nosotros no, podemos sentir envidia (sentirnos mal, contraste de choque) o sentir el deseo de desarrollarla (admiración, contraste armónico). El evento no cambia con nuestra interpretación, pero esta sí define nuestra experiencia emocional del evento, y por ende, el tipo de contraste.
Es como aprender a poner voluntariamente nuestra atención en la vacuna y no en el pinchazo.
El contraste armónico es el resultado de un uso inteligente del libre albedrío, especialmente en lo que se refiere a nuestra potestad de escoger qué pensar acerca de los acontecimientos de la vida.
Pese a que nuestra participación en el Proceso no es opcional, sí podemos de alguna manera decidir cómo queremos hacerlo. Por lo tanto, para participar en este de forma inteligente y no como meros instrumentos inconscientes, es necesario conocer al menos de forma básica cómo opera el Proceso. Estas son mis verificaciones:
- Participar del Proceso no es opcional, y su objetivo es la expansión de nuestra consciencia.
- El Proceso está basado en el amor universal y siempre busca nuestro beneficio, incluso en eventos de contraste de choque, así no nos resulte evidente.
- El Proceso nos ha procurado históricamente con ejemplos vivos que nos muestran cuál es el objetivo de expansión de consciencia al que debemos apuntar. En nuestra cultura el más conocido es Jesús. En otras culturas hay otros ejemplos, como Buda, Krsna, etc.
- Evolutivamente, una cosa es lo que queremos y otra lo que necesitamos. El Proceso siempre nos proporcionará lo que necesitamos, no lo que queremos, aunque a veces puedan coincidir.
- El Proceso no califica los eventos de la vida como buenos o malos, y solo les da validez como útiles o inútiles para nosotros en el logro del objetivo de expansión de consciencia. De eso dependerá si se presentan o no.
- El Proceso es neutro, no tiene sentimientos, ni buenos ni malos.
- El Proceso utilizará los recursos disponibles para promover un aprendizaje, incluso si ese recurso somos nosotros mismos como instrumentos inconscientes de aprendizaje para otra persona.
- El hecho de que resultemos utilizados como instrumentos inconscientes por el Proceso, no justifica la ignorancia detrás de nuestras acciones ni nos exime de la responsabilidad sobre las mismas.
- Las experiencias que el Proceso da por válidas para nuestra expansión de consciencia, sean de contraste de choque o armónico, se corresponden con nuestro estado mental del momento, el cual estará definido por nuestras creencias y por nuestro estado emocional.
- El Proceso permitirá la existencia de zonas de confort solo de manera temporal y solo mientras sean útiles en el momento para la expansión de la consciencia.
En mi experiencia personal, la clave para pasar de una experiencia de contraste de choque a una de contraste armónico comienza con fluir con el Proceso en lugar de oponerse a este. La manera en que yo lo hice, y admito que al inicio fue un acto de fe, comenzó por aceptar a ojo cerrado la idea de que las circunstancias que yo llamaba “negativas” en mi vida no necesariamente eran tales, y que podían ser reinterpretadas.
Puesto de que toda creencia mientras no sea verificada es de por sí un acto de fe, y en esta categoría cae toda la educación de índole espiritual o religioso, me di cuenta de que cuando hay una verificación en este aspecto esta es válida solo para esa persona y corresponde a un momento evolutivo específico suyo. Por lo tanto, nadie puede afirmar categóricamente tener la razón absoluta respecto de algo que solo es verificable a través de la experiencia, pues esa es tan solo “su” experiencia. Ese conocimiento puede dar guía, pero no reemplaza el aprendizaje propio, especialmente en lo que atañe a cuestiones existenciales.
En ese momento descubrí que yo tenía un poder que no conocía, el poder de cambiar mis propias creencias y de validarlas tanto o más que las que me fueron enseñadas por otras personas, y que el Proceso mismo se encargaría de ponerme frente a las experiencias necesarias para verificar la verdad o falsedad de mis creencias.
La expansión de nuestra consciencia sucede con los acontecimientos diarios de nuestra vida y lo que nos queda de ellos.
Alguna vez un cliente me preguntó qué era para mí el éxito. Tuve que pensar la respuesta, pues tenía claro lo que no era para mí (dinero, reconocimiento, poder, etc., es decir el libreto social), pero no lo que sí era. Finalmente pude darle una respuesta: Para mí el éxito es todo logro que me puedo llevar cuando me muera. Y lo que me puedo llevar es mi nivel de expansión de consciencia, cualquiera que sea el grado de avance al que haya llegado.
En la práctica, nuestro grado de expansión de consciencia se expresa en las motivaciones detrás de nuestro comportamiento observable. Una cosa es no robar porque nos han enseñado que es ilegal y otra cosa es no robar porque no nos nace hacerlo. En ambos casos el comportamiento observable es el mismo, no robar, pero las motivaciones son distintas y estas corresponden a distintos grados de expansión de consciencia.
De ahí el viejo adagio que afirma que lo legal no necesariamente es igual a lo moral.
Siempre estoy observando mis motivaciones, aquel vacío emocional, pequeño o grande, que busco llenar con mis acciones. Ese para mí es un muy buen indicador de dónde estoy en el Proceso.
Los acontecimientos en la historia reciente de nuestro planeta, y la explosión de contraste de choque que han implicado, nos indican que los modelos mentales tradicionales están caducos y que ya no son útiles como generadores de bienestar. Nos están diciendo que es necesario dar un paso definitivo en expansión de consciencia. Debemos hacer un cambio en la forma como asumimos la vida si queremos ser los generadores de un nuevo mundo en armonía.
¿Demasiado contraste de choque en tu vida? Quizá sea el momento de revisar tus creencias. Si cambias tus creencias cambiarán tus acciones y tus resultados. El trabajo comienza por asumir al Proceso en cada uno de nosotros.